Machiavelli, Niccolò

Discursos de Nicolao Machiaveli. Dirigidos al muy alto y poderoso Señor don Philippe Príncipe de España nuestro Señor

cia de lo verdadero, que de lo fingido, se
puede muy entonces representallas delan-
te de los hombres, porque pareciendo que
tienen gran parte de fortaleza y bravosi-
dad, no puede ser descubierta tan presto
su flaqueza. Mas cuando ellas tienen más
parte de lo fingido, que no de lo verda-
dero, es mejor no las hacer o haciéndolas,
tenellas tan lejos que ellas no puedan ser
tan presto descubiertas, como hizo. Cayo
Sulpicio cuando hizo armar los mozos so-
bre las acémilas, porque cuando en ellas
hay flaqueza, acercándose, se descubren pre-
sto y te hacen daño y no favor como lo
hicieron los Elefantes a Semiramis, y los
fuegos a los Fidenatos los cuales fuegos (a-
unque en el principio turbasen algo al ej-
ército) todavía llegando el ditador comen-
zando a reñirlos y a voces, les decía que tu-
viesen vergüenza de huir del humo co-
mo hacían las abejas. Y que debían volver-
se a ellos, y a gritos decía. «

Suis flammis de-
lete Fidenas, quas vestris beneficiis placare non
potuistis». Volviose aquella invención desa-
provechada para los Fidenatos y queda-

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