Machiavelli, Niccolò

Discursos de Nicolao Machiaveli. Dirigidos al muy alto y poderoso Señor don Philippe Príncipe de España nuestro Señor

va corriendo voluntariamente a obedes-
cer aquel a quien piensa que con su vir-
tud le pueda librar, como acontesció a Ca-
milo: el cual habiendo dado de sí tantas se-
ñales de hombre excelentísimo, y habien-
do sido ditador tres veces, y habiendo ad-
ministrado siempre aquel cargo y pree-
minencia a provecho y honra del públi-
co, y no a su propria utilidad: había hecho
que la gente no tenía temor de su gran-
deza: y por ser tan grande y tan reputa-
do, no pensaban que ninguna cosa mal
hecha pudiese caber en él. E por esto di-
ce Tito Livio muy cuerdamente aquellas
palabras. «

Nec quicquam» etc. En otra mane-
ra se mata la envidia cuando, o por violen-
cia o por orden natural mueren aquellos
que han sido vuestros competidores en lo
del subir a alguna reputación o preemi-
nencia, o grandeza. Los cuales viendo que
sois reputado más que no ellos, es impo-
sible que nunca sosieguen: y se estén pa-
cientemente, y cuando sean hombres que
estén acostumbrados a vivir en una ciu-
dad que sea corrompida adonde la edu-

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