Machiavelli, Niccolò

Discursos de Nicolao Machiaveli. Dirigidos al muy alto y poderoso Señor don Philippe Príncipe de España nuestro Señor

dad ellas no se descubran, cualquiera vez
que los conjurados pasan de tres o de cua-
tro, y en siendo tomado más de uno es im-
posible de no la rescontrar, porque dos,
no se pueden convenir en todos sus razo-
namientos. Cuando sea prendido solamen-
te el uno y quél sea animoso él puede con
la fortaleza del ánimo callar y no descu-
brir a los otros conjurados. Mas conviene
que los conjurados no tengan menos áni-
mo quél, en estar quedos, y no se descubrir
con huir, porque saltando el ánimo a una
de las partes o al que está preso, o al que e-
stá libre luego es descubierta la conjuraci-
ón y muy poquísimas veces acaece el ej-
emplo que dice Tito Livio

en la conjura-
ción hecha contra Hierónimo Rey de Si-
racusa. Adonde estando preso Teodoro que
era uno de los conjurados, cubrió y calló a
todos los conjurados con muy gran virtud
y acusó a los amigos del Rey. De otra par-
te todos los conjurados confiaron en tan-
ta manera en la virtud de Teodoro, que
ninguno dellos se partió de Siracusa ni hi-
zo alguna señal de temor. Pásase pues por

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